jueves, 10 de septiembre de 2009

Los venerables ancianos

La Tumba del Soldado ( A Clarisa Pinkola Estés)



Hoy me he sentado a reírme del mundo.

Aquí, en París, en honor de mi padres,

que corrían bajo el aguacero en el 68.

Me he sentado a reírme con ganas

porque ya lloré sobre Santiago y cierra Chile,

los venerables ancianos van en silla de ruedas,

escupen en la tumba de Allende.

He tomado una hoja de hierba y un martini,

es una risa cool, elegante y pausada,

me dejé la aceituna sobre la tumba del soldado.

Me llamaban los héroes anónimos desde los mausoleos:

No des un paso más, dijeron. Observa las estrellas.

En aquella galaxia olvidada habitaban sus sueños,

sueños de amor, pasiones imposibles, vidas pequeñas

donde gigantes se calientan las manos...

Me he sentado a reírme del mundo.

Es una risa obscena, descarnada, maldita.

Es una risa pura, infantil, inocente.

Una risa torpe, de principiante, dispuesta

para la comedia humana y Melibea soy.

Y Verlaine y Gaugin levantaron la cabeza.

Y Jean Paul Sartre levantó la cabeza, y Rousseau,

muy consciente, sacó a sus hijos de la inclusa.

Cuánto me reí, al lado del retrato de Jean Hebuterne,

al final les venciste, dije, mientras un empleado

del museo sacaba brillo al mármol.

Y me senté a reírme en Montevideo,

al pie de la estatua de Artigas, con Juan Gelman y Mario Benedetti.

Los tres pensaron: ¿Dónde estaban las muchachas aquellas?.

Alguien parecido a Borges bailaba un tango

con una joven de navaja en la liga

en algún callejón de Buenos Aires.

Sed felices, decía, tenéis el deber de la esperanza...,

pero ya no era ciego, ni siquiera miope.

Me he sentado a reírme cerca de Auschwich y de Treblinca.

Los muertos tienen derecho a escuchar mi alegría.

Reí y reí, hasta que se me saltaron las lágrimas.

Entonces puse las manos y canté sobre los huesos.



Cuando Europa era el mundo, finalista del premio Ciuadad de Melilla, primer accésit del Premio Internacional Ciudad de las Palmas

Verónica Pedemonte

2 comentarios:

  1. Auschwitz, es imprescindible la correción ortográfica, sobre todo en tiempos en que la corrección humana puede ser otro cantar.

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