jueves, 31 de diciembre de 2009

Luna azul

El Año Nuevo vendrá tras una noche de luna azul.
Para más información astronómica http://www.miamisci.org/www/eventsplan.html.



Ciudad de luna azul

Ciudad de luna azul.
Caracolas-teléfono
y ánforas apagadas
como ciegos volcanes.
Ciudad de luna azul,
enredaderas de tiempo
en el espacio.



Cidade da lua azul.
Caramujo telefone
e ânforas desligadas
cego como vulcões.
Cidade da lua azul,
vinha do tempo
no espaço.




Blue Moon City
phone shells
and amphoras off
as blind volcanoes.
Blue Moon City
vines of time
in space.

Verónica Pedemonte


Poema expuesto en Lisboa, Museo da Agua

En Galería La Kábala (Madrid)

En Plastilírica Puerto de Santa María

jueves, 24 de diciembre de 2009

Diario de un rebelde

Dulce Navidad

Bocas por donde entra toda vida,
bocas de tibia miel y leche pura.
Bocas tiernas de amor adolescente.
Toda pasión y fuego
descontrolada boca.
Bocas ausentes
de desaparecidos.
Bocas turbias
cargadas de mentiras,
bocas en que no creo.
Bocas falsas que parecen reír
pero que muerden.
Bocas pletóricas
de amor y de esperanza.
Bocas que son heridas
bocas llagas,
bocas de Bosnia abiertas
bajo bombas feroces.
Bocas cerradas
como buzones viejos.
Bocas por donde escapa toda vida,
bocas de moribundos.
Bocas de diputados
que prometen y olvidan.
Bocas tristes sin besos.
Bocas del hambre
que deambulan solas
en Europa o en África.
Bajo el árbol de oro de Getsemaní,
que hoy adorné con la guirnalda roja,
no pasen nunca
para mí estas bocas.


Verónica Pedemonte

Diario de un rebelde

martes, 22 de diciembre de 2009

Federico García Lorca

Alma ausente


No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Federico García Lorca

sábado, 19 de diciembre de 2009

Dulcinea en Manhattan

VIAJE DE ESTUDIOS


No soy Ofelia flotando entre las aguas,
mas soy la corza blanca,
mi rastro entre las hojas
del bosque en primavera.
¿De qué te sirve volverte hacia el espectro,
comulgar con las sombras, beber cieno?
Yo soy la pura vida.
¿Es todavía posible amarse en Dinamarca?


Verónica Pedemonte Morillo-Velarde

de Dulcinea en Manhattan, Premio Internacional Kutxa Ciudad de Irún

domingo, 13 de diciembre de 2009

Hamlet, la supresión del ser en los otros y la afirmación del ser en la muerte.

HAMLET

Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,
nada más. Y si durmiendo terminaran
las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, sería una conclusión
seriamente deseable. Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo;
pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio
y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién
soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo,
los insultos que sufre la paciencia,
pudiendo cerrar cuentas uno mismo
con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas,
gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá,
la tierra inexplorada de cuyas fronteras
ningún viajero vuelve, detiene los sentidos
y nos hace soportar los males que tenemos
antes que huir hacia otros que ignoramos?
La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo
se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad
por tal motivo se desvían de su curso
y ya no son acción. ? Pero, alto:
la bella Ofelia. Hermosa, en tus plegarias
recuerda mis pecados.
OFELIA
Mi señor, ¿cómo ha estado Vuestra Alteza
todos estos días?
HAMLET
Con humildad os lo agradezco: bien, bien, bien.
OFELIA
Señor, aquí tengo recuerdos que me disteis
y que hace tiempo pensaba devolveros.
Os lo suplico, tomadlos.
HAMLET
No, no. Yo nunca os di nada.
OFELIA
Mi señor, sabéis muy bien que sí,
y con ellos palabras de aliento tan dulce
que les daban más valor. Perdida su fragancia,
tomad vuestros presentes: para el ánimo noble,
cuando olvida el donante se empobrecen sus dones.
Tomad, señor.
HAMLET
¡Ajá! ¿Eres honesta?
OFELIA
¡Señor!
HAMLET
¿Eres bella?
OFELIA
¿Qué queréis decir?
HAMLET
Que si eres honesta y bella, tu honestidad no debe permitir el trato con tu belleza. OFELIA
¿Puede haber mejor comercio, señor, que el de honestidad y belleza?
HAMLET
Pues sí, porque la belleza puede transformar la honestidad en alcahueta antes que la honestidad vuelva honesta a la belleza. Antiguamente esto era un absurdo, pero ahora los tiempos lo confirman. Antes te amaba.
OFELIA
Señor, me lo hicisteis creer.
HAMLET
No debías haberme creído, pues la virtud no se puede injertar en nuestro viejo tronco sin que quede algún resabio. Así que no te amaba.
OFELIA
Más me engañé.
HAMLET
¡Vete a un convento! ¿Es que quieres criar pecadores? Yo soy bastante decente, pero puedo acusarme de cosas tales que más valdría que mi madre no me hubiese engendrado. Soy muy orgulloso, vengador, ambicioso, con más disposición para hacer daño que ideas para concebirlo, imaginación para plasmarlo o tiempo para cumplirlo. ¿Por qué gente como yo ha de arrastrarse entre la tierra y el cielo? Todos somos unos miserables: no nos creas a ninguno. Venga, vete a un convento. ¿Dónde está tu padre?.
OFELIA
En casa, señor.
HAMLET
Cerrad bien las puertas, que sólo haga el bobo allí dentro. Adiós.
OFELIA
¡El cielo le asista!
HAMLET
Si te casas, sea mi dote esta maldición: serás más casta que el hielo y más pura que la nieve, y no podrás evitar la calumnia. Vete a un convento, anda, adiós. O si es que has de casarte, cásate con un tonto, pues el listo sabe bien los cuernos que ponéis, A un convento, vamos, deprisa. Adiós.
OFELIA
¡Santos del cielo, curadle!
HAMLET
Sé muy bien lo de vuestros afeites. Dios os da una cara y vosotras os hacéis otra. Andáis a saltitos o pausado, gangueando bautizáis todo lo creado, y hacéis pasar por inocencia vuestros dengues. Muy bien, se acabó; me ha vuelto loco. Ya no habrá más matrimonios. De los que ya están casados vivirán todos menos uno. Los demás, que sigan como están. ¡A un convento, vamos!

Sale.

OFELIA
¡Ah, qué noble inteligencia destruida!
Del cortesano, el sabio y el soldado,
el ojo, la lengua, la espada. Esperanza y flor
de nuestro reino, espejo de elegancia
y modelo de conducta, blanco de observantes,
y ahora destrozado. Y yo, la mujer más abatida,
que gozó de la miel de sus promesas,
veo ese noble y soberano entendimiento
destemplado cual campanas que disuenan,
esa estampa sin par de perfecta juventud
perdida en el delirio. ¡Pobre de mí!
Tener que ver esto, y no lo que vi.

Hamlet (Shakespeare) Diálogo de Ofelia y Polonio

OFELIA
Me agarró de la muñeca y me apretó.
Entonces extendió todo su brazo
y con la otra mano haciendo de visera
se puso a escudriñarme la cara,
cual si fuera a dibujarla. Así, un buen rato.
Al final, sacudiéndome el brazo levemente
y alzando y bajando así tres veces la cabeza,
lanzó un suspiro tan profundo y lastimero
que pareció destrozarle todo el cuerpo
y acabar con su existencia. Entonces me soltó
y, vuelta la cabeza sobre el hombro,
parece que encontró el camino sin mirar,
pues salió sin ayuda de los ojos
y los tuvo en mí clavados hasta el fin.

POLONIO
Anda, ven conmigo. Voy a ver al rey.
Eso es el delirio del amor,
que por su propia violencia se aniquila
y lleva a las acciones más desesperadas,
como sucede cada vez con las pasiones
que tanto nos afligen.

Shakespeare

HAMLET

Pues igual que al extraño, acógelo bien.
Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio,
de las que sueña nuestra filosofía. Vamos,
como antes: jurad que nunca, Dios mediante,
por rara o extraña que sea mi conducta
(pues tal vez desde ahora crea conveniente
adoptar un talante estrafalario),
si me veis en tal tesitura, jamás,
doblando así los brazos, meneando la cabeza
o diciendo expresiones equívocas, como
"Nosotros lo sabemos", o "Queriendo, podríamos",
o "Si fuésemos a hablar" o "Los hay que si pudieran",
mostrando con frases tan ambiguas
que sabéis algo de mí... Jurad
que, Dios mediante y toda la gracia divina,
no haréis nada de eso.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Drop a star

Drop a star

León Felipe

¿Dónde está la estrella de los Nacimientos?
La tierra, encabritada, se ha parado en el viento.
Y no ven los ojos de los marineros.
Aquel pez -¡seguidle!-
se lleva, danzando,
la estrella polar.

El mundo es una slot-machine,
con una ranura en la frente del cielo,
sobre la cabecera del mar.
(Se ha parado la máquina,
se ha acabado la cuerda.)
El mundo es algo que funciona
como el piano mecánico de un bar.
(Se ha acabado la cuerda,
se ha parado la máquina...)

Marinero,

tú tienes una estrella en el bolsillo...
¡Drop a star!
Enciende con tu mano la nueva música del mundo,
la canción marinera del mañana,
el himno venidero de los hombres...
¡Drop a star!
Echa a andar otra vez este barco varado, marinero.
Tú tienes una estrella en el bolsillo....
una estrella nueva de palacio, de fósforo y de imán.

Manuel Altolaguirre

Era Mi Dolor Tan Alto

Manuel Altolaguirre



Era mi dolor tan alto,
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.

¡Qué pequeños resultaban
los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
de tela blanca y cabellos.

Si derribaran mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.

Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso.

martes, 1 de diciembre de 2009

La Ilustración

Hume afirma que todo conocimiento deriva en última instancia de la experiencia sensible, siendo esta la única fuente de conocimiento y sin ella no se lograría saber alguno.


Después del duro debate que el empirismo emprendió contra todo idealismo dogmático y contra toda metafísica, lo cual comprendía una confrontación de las posibilidades de la razón y el entendimiento, privilegiando más la sensibilidad, "surgió un gigante del pensamiento que acometió la tarea de asimilar las críticas a la razón en lo que consideraba eran válidas, pero también de continuar de la tarea cartesiana de reivindicar la razón, Kant."

Para Hume "todo el conocimiento humano proviene de los sentidos. Nuestras percepciones, como él las llamaba, pueden dividirse en dos categorías: ideas e impresiones. Así define estos términos en Investigación sobre el entendimiento humano: «Con el término impresión me refiero a nuestras más vívidas impresiones, cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son impresiones menos vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las sensaciones anteriormente mencionadas». Más adelante precisa el concepto de las ideas, al decir «Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible pensar en nada que no hayamos sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos». Esto constituye un aspecto importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir que no podemos tener la certeza de que una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos que podamos señalar la impresión de la cual, esa idea, se deriva."




Para Kant la ciencia no puede ser analítica, pues en tal caso no sería un conocimiento del mundo físico, si no un simple desenvolvimiento de conceptos lógicos. De hecho, lo que pretende la ciencia es llegar al conocimiento y dominio del mundo físico. Entonces, el carácter de la ciencia ha de ser eminentemente sintético.

La dificultad surge al pensar que los conocimientos sintéticos. "En cuanto que son adiciones a un concepto inicial, son necesariamente a posteriori; es decir, que su veracidad depende de la experiencia. Sin embargo, la experiencia es siempre particular y relativa, puesto que el hecho de que un fenómeno se presente de cierta manera una vez, no quiere decir que en todas ellas vaya a ser del mismo modo."

Debe entonces aceptarse que la ciencia sea un conocimiento sintético, en cuanto que une los conceptos, formando nuevos conocimientos sobre los objetos y un conocimiento a priori, puesto que sus conocimientos han de ser y de hecho son universales.

Quizá Kant fue el primero en darse cuenta de que el sueño de la razón produce monstruos.
Que la razón sin más, sin asistentes,sin la imaginación, sin la intuición, sin el conocimiento subconsciente, sin la conciencia, o la preconsciencia, es tan limitada como el pensamiento de Hume.
No tenemos los ojos facetados,carecemos de radar físico (aunque puedo aventurar un radar intuitivo o quizá metafísico). Los sentidos nos engañan a veces.
Los que estamos en la tierra sabemos cosas que un niño aún no engendardo no conoce, y sin embargo, aunque ese posible sujeto no exista el mundo existe. El mundo no necesita de nosotros para existir, pero sí para ser registrado. Y es registrado en la medida de nuestras posibilidades.
Sin aventurarse más allá jamás se hubiera sabido que la tierra no es plana o que gira en torno al sol.

¿Puede entonces la intuición del Romanticismo casar con la razón de la Ilustración? Sería deseable. Pues los románticos fueron desmedidos (y generosos) y los hijos de la Ilustración muy medidos, sentenciosos, y aburridísimos.

Fuentes :

Diccionario de Filosofía (Ferrater Mora) Wikipedia, Crítica de la razon pura (Kant)