lunes, 31 de mayo de 2010

http://www.1billionhungry.org/veronicapedemonte/ ‒

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viernes, 28 de mayo de 2010

Songs of Innocence and Experience

William Blake

Canto del reír

Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,
y el arroyo encrespado se desplaza riendo;
cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;
cuando los prados ríen con vívidos verdes,
y ríe la langosta ante la escena gozosa;
cuando Mary y Susan y Emily
cantan “¡ja, ja, ji!” con sus dulces bocas redondas.
Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra
donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,
acercaos y alegraos, y uníos a mí,
para cantar en dulce coro el “¡ja, ja, ji!”

Versión de Antonio Restrepo






Laughing Song

When the green woods laugh with the voice of joy,
And the dimpling stream runs laughing by;
When the air does laugh with our merry wit,
And the green hill laughs with the noise of it;

When the meadows laugh with lively green,
And the grasshopper laughs in the merry scene,
When Mary and Susan and Emily
With their sweet round mouths sing ``Ha, Ha, He!''

When the painted birds laugh in the shade,
Where our table with cherries and nuts is spread,
Come live & be merry, and join with me,
To sing the sweet chorus of ``Ha, Ha, He!''




Una versión más literal (la prefiero):

Cuando los verdes bosques ríen con la voz de alegría,
Y el arroyo corre hoyuelos riendo;
Cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
Y la verde colina ríe del estrépito de sí;

Cuando los prados ríen con vívidos verdes,
Y ríe la langosta ante la escena gozosa;
Cuando María y Susan y Emily
Con sus dulces bocas redondas cantan `` ja, ja, ji!''

Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra,
Cuando nuestra mesa con cerezas y las nueces rebosa,
Ven a vivir y ser feliz. Únanse a mí,
Para cantar el dulce coro de `` ¡Ja, ja, ji!''

miércoles, 26 de mayo de 2010

Lenguas indígenas de América

Principales lenguas indígenas de América

De todas las lenguas indígenas americanas, la que en la actualidad tiene el mayor número de hablantes es quechua sureño, con 5 millones de personas que la hablan en Bolivia, Perú, y Argentina, le sigue el guaraní con 3 millones en Paraguay, Brasil y Argentina y la quichua (2,5 millones) en Ecuador y Colombia. Otras lenguas importantes por el número de hablantes serían el aymara (1,5 millones) en Bolivia y Perú, el habla náhuatl (1,4 millones) en México y quiché y maya (900.000) cada uno en Guatemala y México respectivamente. Otras estimaciones que consideran juntas las diferentes variantes de las lenguas anteriores llevan a estas otras cifras:

1. Quechua - 9 a 14 millones
2. Guaraní - 7 a 12 millones Aunque algunos hablan de 15 a 22 millones de hablantes.
3. Aymara - 2 a 3 millones
4. Náhuatl - 1,3 a 5 millones
5. Maya - 900.000 a 1,2 millones. Las lenguas de la familia maya son habladas por entre 2 y 6 millones de personas.
6. Mapuche - 440.000


Las lenguas siux (o siux-catawba) son una familia de lenguas indígenas norteamericanas. El grupo es el segundo más hablado de familias de idiomas nativos en EEUU, después de las lenguas algonquinas.
La palabra Minnesota es siux y significa 'aguas azul celeste'.

En total había 2.975 personas en Canadá en el censo de 1981 que hablaban lenguas sioux como lenguas maternas.


Las lenguas algonquinas han sido clasificadas por algunos lingüistas como parte de una familia más amplia denominada macro-algonquina.

Una importante sub-división de la familia algonquina es la rama muskogean, cuyos principal representante es la choctaw, hablada por unas 12.000 personas en Misisipi. Otra lengua muskogeana es la creek, también denominada seminole o muskogee, hablada por más de 10.000 personas en Georgia.



Esa es la información que he recopilado hasta ahora (en Larousse, Wikipedia, Espasa) acerca de la cantidad de hablantes de dichas lenguas indígenas, y no tengo nada más que añadir por ahora como hispanohablante, italoparlante, angloparlante o amante (y con afán de aprender más) del idioma quechua.

Al fin hay quien no sabe leer, aunque sepa escribir.

viernes, 21 de mayo de 2010

Míseros y miserables

De Dickens y Buñuel hemos aprendido tantas cosas útiles y terribles como de Víctor Hugo y Balzac. Niños huérfanos, familias monstruosas , pobres de solemnidad, clases medias que vestían de miseria moral los deslucidos trajes de sus valores "eticos" caducos, hambrientos cabales cuya hambre era legítima, y hambrientos traidores capaces de vender al otro por un sueño, por un yugo, por un mendrugo plum cake. Míseros y miserables. La madre de todos los males, la codicia.

Quién no recuerda a Oliverio Twist, a quien la vida enseñó que por más crudo que fuese el pan de su casa de huérfano más venenoso podría resultar el mendrugo de la casa ajena.
¿Quién no se hace eco de una Viridiana a quien quieren devorar los hambrientos?

Tú que te alimentas de la miseria ajena y edificas imperios sobre los muertos, aunque no te detengas , edificas sobre poltergeist.
Tú que haces psicodrama sobre las noticias torcidas que te llegan de otros y tu lengua mumura hasta doblar la esquina, ten cuidado, en una de esas esquinas te encontrarás con una vieja dama que no siempre viste de gala: la justicia. Y si no puedes creer que eso sea cierto como dice Pessoa a través de su heterónimo Alberto Caeiro ¿"para que bate o luar na relva?".
Los cuentos populares advertían del hombre del saco y la bruja de la casita de caramelo, de Barba azul y su puerta secreta de la que manaba la sangre de las doncellas, de...

Hoy algunos nos quieren más durmientes que la Bella Durmiente y nos acunan hacia la muerte con mentiras atroces. Cierra los ojos, calla. Nosotros haremos el mundo por ti. No existen el coco ni el hombre del saco, son payasos bobos que trabajan en la tienda del señor maravillas y venden un elixir que cuesta dos trolas. Cuando lo bebas no recordarás nada. Duérmete niño, duérmete ya, para siempre.

La gran historia del mundo se puede trasladar a la pequeña historia cotidiana, aquellos que van a "salvar países" regresan con grandes botines y los pueblos siguen su rutina ruinosa, más pobres aún que al principio de su "salvación" , así también algunos vecinos que se acercan a "ayudar familias" acaban llevándose hasta el agua mineral. Era para liberarlos dicen, de los talatos.

Y no hay piel de zapa mágica ni vellocino de oro que no sea subastado. Aún sin permiso de su dueño.


“Cuando entráis en una casa de juego, empieza la ley por despojaros del sombrero. ¿Será una parábola evangélica y providencial? ¿O más bien un modo de cerrar con vosotros un trato infernal, exigiendo alguna prenda?” (H.B.)

¿Cada cual que aprenda su juego? ¿será cierto? No será más bien que el juego empezó hace mucho en un lugar oscuro llamado caverna. Y que no todos fueron invitados. Y que las reglas las impusieron otros. No será más bien que hay quien no quiere jugar a ese juego tan antiguo de cambiar vidas por prebendas, secretos por prestigio, amigos por nada.

Ese gran ruso atormentado que era Dostoievski, jugador como pocos, en el abismo de sus deducciones descubrió el crimen y el castigo, lo legítimo y lo ilegítimo y los dudosos límites de todo.
Y aquel joven estudiante a quien distintos tipos de hambre devanaban los sesos llegó a pensar si sería legítimo cambiar una vida casi ultimada por su libertad. Primer escalón del infierno.

Nada tiene el precio de una vida, aunque algunos sectores de la trahumanización convergen en que la inmortalidad es posible. No a cualquier precio. Hay que sentirse como especie, asumirse como animales, sentirse como naturaleza, amar, dar, tener la valentía de vivir, y la humildad de morir. Pero no para dejar sitio a los inmortales y sus fiestas High Society sobre la hemoglobina ajena, sino a nuestros semejantes, efímeros, únicos, eternos, mortales. ¿No es cierto Oliverio Twist?





O luar quando bate na relva

O luar quanto bate na relva
Não sei que coisa me lembra…
Lembra-me a voz de criada velha
Contando-me contos de fadas.
E de como Nossa Senhora vestida de mendiga
Andava à noite nas entradas
Socorrendo as crianças maltratadas…

Se au já, não posso crer que isso é verdade
Para que bate o luar na relva?

Alberto Caeiro

lunes, 17 de mayo de 2010

Canciones menos infantiles

Antón Pirulero


Antón, Antón,
Antón Pirulero,
cada cual, cada cual
que aprenda su juego.
Y el que no lo aprenda
pagará, pagará,
pagará una prenda.


(Otras versiones dicen "cada cual que atienda a su juego", dan por hecho que ya se aprendió. Y que aprender no es suficiente).

Fiestas populares

Historia

Según la tradición cristiana, San Antón ó San Antonio Abad, ó Magno, nació en Koma (Alto Egipto, 251-356). Fue el primer anacoreta cristiano y es considerado como el patriarca de la vida monástica.

Padeció en el desierto fuertes tentaciones del demonio. Su fiesta se celebra el 17 de enero, y sus restos se veneran desde el siglo XV en St. Julián de Arlès. La iconografía popular lo representa como un viejo con una larga barba blanca, apoyado en un bastón en forma de muleta, con una esquila atada y con uno o más cerdos a los pies.

En el desarrollo del culto popular tributado a San Antón es necesario individualizarlo en dos aspectos diferentes: uno relacionado con el fuego y las propiedades curativas a él atribuidas, y otro que pone el acento en la función tutelar del santo con respecto a los animales.

Probablemente, uno de los factores del desarrollo en Occidente del culto popular a San Antón se deba a la creencia de sus virtudes curativas sobre el Herpes-Zoster, también llamado fuego sagrado ó fuego de San Antón, enfermedad que afecta a las células nerviosas y se manifiesta con fenómenos epidémicos localizados por todo el sistema nervioso. También suele ser invocado contra la peste, el escorbuto y otras enfermedades que tienen manifestaciones análogas al fuego de San Antón. Tal vez, con este aspecto tenga relación la costumbre de levantar grandes piras de leña a las que se prende fuego la noche del 17 de enero: la hoguera de San Antón.

Alrededor de las lumbres, levantadas en las plazuelas y en las esquinas de nuestro pueblo se forman corros o círculos de personas unidas por las manos, que giran en torno a la hoguera al tiempo que se cantan viejas canciones populares, como aquella de: la lumbre de San Antón, que salga la vieja del rincón… llamando a los ancianos guarecidos del frío invernal al calor protector del fuego; o también, cantando en un tono festivo la coplilla de: Antón, Antón, Antón pirulero/ cada cual/ cada cual/ aprenda su juego/ y el que no lo aprenda/ pagará una prenda.

El corro es figura fundamental en todos los festivales conmemorativos del paso de las estaciones, mágicos rituales en los que se adoraba al Sol y a la Luna, círculo protector dibujado en las cavernas paleolíticas, en el que los participantes tomados de las manos, daban vueltas imitando el movimiento de los astros. Posteriormente cuando las llaman bajan y sólo quedan las brasas, los más atrevidos saltan sobre ellas haciendo alarde de su hombría, todo ello acompañado de petardos, carretillas borrachas y demás fuegos de artificio de poca monta. Toda esta relación con el fuego puede tener conexión con una supervivencia del culto pagano tributado a Prometeo, que era, entre los griegos, una divinidad del fuego, venerada en Atenas y Tebas.

En cuanto a la función tutelar sobre los animales, ésta se centra principalmente en el cerdo, extendiéndose también al resto de animales domésticos. En muchos lugares de España, el 17 de enero se celebra una cabalgata en la que aparecen muchos animales que son bendecidos en las iglesias. El origen de esta protección puede ser la fundación en el siglo XI en Vienne, Francia, de la Orden Hospitalaria de los Antonianos, para atender un hospital allí fundado, al cual aseguraban su subsistencia unos cerdos que los religiosos criaban vagabundeando por las calles y alimentados por los vecinos. Es posible que debido a esta ocupación de los Antonianos, se pusiera bajo la protección de San Antón primero a los cerdos y luego, por extensión, a todos los restantes animales domésticos.

Según otra tradición popular, el cerdo se consideraba la imagen del diablo que tentaba a San Antón en el desierto, y que vencido por éste, fue condenado por Dios a seguir al santo bajo esta forma.

Como curiosidad reseñaremos, que San Antón es además protector de muchas actividades, aparte de la crianza de animales. Guanteros, tejedores y esquiladores se pusieron bajo su tutela. Lo mismo los carniceros y los tocineros. Los cesteros se pusieron bajo su tutela porque el santo se dedicaba en el desierto a fabricar cestos para combatir el ocio, mientras que los sepultureros se pusieron también bajo su tutela apoyándose en el hecho de que San Antón preparó la sepultura del eremita Pablo.

REFRANERO

- Por San Antón, crece el día un pasico de ratón.
- Las cinco dan ya con el sol del día de San Antón.
- San Antón da cueros al lechón, que éstos ya comidos son.
- Por San Julián, si lo ves, creció el día un sí es no es. Por San Antón, lleva un paso del demonio. Por San Blas, tiene una hora más. Y tira hasta San Matías, que empareja la noche con el día.


Tomado de la Web "Segorbe. Fiestas de San Antonio Abad"

miércoles, 12 de mayo de 2010

Langue d'oc

Otro poema de Guillermo de Aquitania, aunque mi favorito es el de la pura nada.

Era una lejana época donde las leyes darwinistas se convirtieron en Cortes de Amor, y aunque Darwin no había nacido, la caverna aún animaba el corazón de algunos con la piedra en la mano, mientras otros, después de cruzadas crueles, descubrían eso de lo que hoy la mayoría aún no tiene noticia: el amor.
Todavía no había nacido tampoco Groucho y no podía decir aquello de "perdonen si les llamo caballeros, todavía no los conozco".
El Languedoc aún no se desangraba, aunque no tardaría mucho.



Guillermo El Trovador

Molt jauzens, mi prenc en amar

Canción IX

Lleno de gozo, me pongo a amar
un gozo al que quiero entregarme;
y, ya que quiero tornar al gozo,
bien debo —si puedo— tender a lo mejor,
y al mejor bien tiendo ahora, sin duda,
que pueda ser visto u oído.

Yo —lo sabéis— no debo jactarme
ni sé dedicarme grandes alabanzas;
pero, si un gozo pudo florecer,
debe dar más fruto que ningún otro
y resplandecer entre los demás,
así como se aclara un día sombrío.

Nunca se pudo imaginar cuerpo tan bello
con voluntad o con deseo,
con pensamiento o con fantasía.
Un gozo tal no tiene semejante,
y quien quisiera alabarlo como es debido
no lo conseguiría en un año.

Debe humillársele todo gozo
y cualquier otro amor someterse
a mi señora, por su gentileza
y por su bella y dulce mirada;
más de cien vidas vivirá aquel
que el gozo de su amor obtenga.

Por su gozo el enfermo puede sanar,
y por su ira el sano morir,
y el hombre sabio enloquecer,
y el bello perder su belleza,
y el más cortés volverse villano,
y el perfecto villano hacerse cortés.

Ya que no puede hallarse otra más gentil,
ni ojos pueden verla, ni boca celebrarla,
quiero guardarla para mí solo,
para refrescarme el corazón por dentro
y renovar mi cuerpo de modo
que no pueda envejecer.

Si mi señora quiere darme su amor,
presto estoy a tomarlo y a agradecérselo,
y a mantenerlo oculto, y a lisonjearla,
y a hablar y obrar según le plazca,
y a tener su prez en estima,
y a ponderar sus alabanzas.

No me atrevo a dirigirme a ella por medio de otro:
tengo miedo de que se enfade;
ni yo mismo —tal es mi temor a fallar—
me atrevo a declararle mi amor.
Pero ella debe escoger lo mejor para mí,
pues sabe que es mi única salvación.

lunes, 10 de mayo de 2010

La casa del pobre es como la mano de un niño

Como algunos han perdido definitivamente el único norte que de verdad importa , que es la brújula de su corazón, y han hecho mercadeo con la vanidad, con la dureza de corazón, con el olvido, y con el clasismo, vaya el siempre excelso R. M. Rilke con este poema:



La Casa del Pobre


La casa del pobre es como un sagrario.
En su interior lo eterno se cambia en alimento,
y al anochecer regresa suave
hacia sí, en un anchuroso círculo,
y se acoge en sí, lento, pleno de resonancias.

La casa del pobre es como un sagrario.

La casa del pobre es como la mano de un niño.
No toma lo que los adultos piden,
le basta un escarabajo con ornadas pinzas,
una piedra ovalada de rodar por el río,
la corrediza arena y las conchas sonantes.
Es como una balanza suspendida,
sensible a la más leve recepción,
oscilando largamente entre los dos platillos.

La casa del pobre es como la mano de un niño.

Es como la tierra la casa del pobre:
esquirla de un venidero cristal,
ya claro, ya oscuro, en su huidiza caída;
pobre cual la cálida pobreza de un establo, -
y no obstante están los anocheceres: en ellos es ella todo,
y de ella vienen todas las estrellas.

Rainier María Rilke

domingo, 9 de mayo de 2010

Rosario Troncoso

Como el día de la madre, el día del niño o el día de la ternura tendrían que ser todos los días y no por decreto, me apetece publicar uno de los poemas más dulces que he leído en los últimos tiempos dedicados a una madre, este poema es de Rosario Troncoso, una poeta de hoy, valiente, y vulnerable en su ternura como debe ser, como es cualquiera que se quiera llamar humano. Tiene otras muchas cualidades esenciales que van más allá de sus conocimientos(que son muchos en diversas materias) y eso, entre otras cosas, es lo que hace a un poeta digno de su poesía. El poema tiene un son de nana y su ritmo se mece al compás de una melodía innata. Pero observen ustedes mismos:






Rosario Troncoso

A mi madre



Me hiciste los huesos
con besos de mandarinas
y palabras de aceite,
azúcar y pan.


Diste todas
tus jóvenes mañanas
tuyas, propias,
a las mías,
recién amanecidas,
para que tu cariño inagotable
se me grabara en el alma,
nada más abrir los ojos.


Aliviaste mi dolor,
abrazándome fuerte
para que la inercia del mundo
no me llevara tan pronto...


Pero ahora
el tiempo tira de mis manos,
y nos aleja, irremediablemente.

Y tengo miedo...


Cóseme, mamá,
de nuevo, todas las costuras,
con hilo de canciones
con música de viernes,
para que no se abran,
para no romperme.


Y que no me quede sin ti.
Ven a buscarme y arrópame.
Tan sólo tu voz es suficiente.


De su libro Delirios y mareas

viernes, 7 de mayo de 2010

Poemas del yo y la psicología liviana

Que la psicología como ciencia se ha puesto por fin al alcance de cualquier profano (eso que algunos estudiantes deseábamos como "la democratización de las ciencias " )y que se ha vuelto finalmente contra nosotros en las acertadas y visionarias palabras de Jervis sobre la "terapia de la portera" y hoy da curso libre para que el vecino como nos advertía Basaglia, nos mire mal, porque según este gran rebelde "nadie es normal a los ojos de su vecino". Democratización que ha dado curso libre al hombre medio (que queríamos semejante y culto, no mediocre) a la mujer de al lado, para que sepa manejar unas cuantas palabras del argot que le permiten ver al otro bajo sospecha, y asi según la sabiduría popular "harina la que armita" que yo creía al llegar a esta tierra que era una marca y buscaba sin éxito en las tiendas Harina La Carmita. Eso es , síndrome el que usted se invente y el que yo admita , eso no está en las tiendas pero se despacha gratis. Así pues, los grandes genios de la literatura siempre bajo sospecha, y hoy bajo denuesto, expresaron las distintas posibilidades del yo y sus matices, demostrando lo chato de la psicologización a cualquier precio mucho antes de que alguien como Jodorowsky se atrevise a proclamar "si el psicoanálisis no sigue alguno de los caminos de la literatura no pasará al siglo que viene".
¿Qué es el yo ? Preguntaron al maestro zen y él permaneció en silencio. Otro más charlatán decidió definirlo como un círculo sin circunferencia. Mejor no se les ocurra meterlo dentro de un pentágono o de un trapecio, no jueguen a geómetras de Dios que ya tenemos policías del comportamiento y grandes y avezados destructores del Arte.
Psicología liviana, según el matiz rioplatense, de cabeza vana y de ideas frívolas.


Aquí les dejo con la "esquizofrenia" de Borges y la de Lorca. Extraordinario.

Precisamente, mi profesor de psicopatología nos invitó a una reunión con un joven acusado de esquizofrenia que no hablaba hacía seis meses , mi profesor opinaba, al igual que Basaglia, que era muy difícil calificar (o mejor descalificar ) a alguien de esquizofrénico pues cada enfermo hacía su propia patología. Como contaba Basaglia "afirman que los pacientes no hablan, ¿pueden responder drogados? ¿a alguien le interesa lo que tengan que decir?".

El caso es que me llegó el turno de comunicación con dicho joven y como no lo quise molestar más de lo debido, sólo le recité un verso de Delmira: "Eros, acaso no sentiste nunca piedad de las estatuas" y el joven me respondió, dijo que él sí sentía piedad. Este asunto recorrió toda mi facultad y me dió una fama inmediata (por favor, nunca hablen). Pero el mérito no era de ningún modo mío sino de Delmira, que como Lorca o como Borges es capaz de hacer hablar a las piedras, o como la buena poesía, es capaz de descosificar lo codificado, devolver la vida, despertar el ser del letargo. Hacer hablar a las piedras. Aunque las piedras, incluso, no se encuentren en el estado de "paciente", sino que formen los suntuosos pilares de las instituciones.




POEMA DE LOS DONES

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

Jorge Luis Borges



Y ahora la genialidad precoz de un Lorca que muchos hoy gratuitamente llamarían quizá "patologías del yo" o "trastornos de conducta e inadaptación social al medio". ¡Ah... benditos los que se adaptan a según qué medios! Es una nueva bienaventuranza. Está claro que ganarán la flor de Skinner (y la compartirán con los perros de Pavlov) además un lugar en el parnaso de los bienpensantes.


Poema doble del lago Edén

Nuestro ganado pace, el viento espira
Garcilaso

Era mi voz antigua
ignorante de los densos jugos amargos.
La adivino lamiendo mis pies
bajo los frágiles helechos mojados.

¡Ay voz antigua de mi amor,
ay voz de mi verdad,
ay voz de mi abierto costado,
cuando todas las rosas manaban de mi lengua
y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!

Estás aquí bebiendo mi sangre,
bebiendo mi humor de niño pesado,
mientras mis ojos se quiebran en el viento
con el aluminio y las voces de los borrachos.

Déjame pasar la puerta
donde Eva come hormigas
y Adán fecunda peces deslumbrados.
Déjame pasar, hombrecillo de los cuernos,
al bosque de los desperezos
y los alegrísimos saltos.

Yo sé el uso más secreto
que tiene un viejo alfiler oxidado
y sé del horror de unos ojos despiertos
sobre la superficie concreta del plato.

Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,
quiero mi libertad, mi amor humano
en el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.
¡Mi amor humano!

Esos perros marinos se persiguen
y el viento acecha troncos descuidados.
¡Oh voz antigua, quema con tu lengua
esta voz de hojalata y de talco!

Quiero llorar porque me da la gana
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.

Quiero llorar diciendo mi nombre,
rosa, niño y abeto a la orilla de este lago,
para decir mi verdad de hombre de sangre
matando en mí la burla y la sugestión del vocablo.

No, no, yo no pregunto, yo deseo,
voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos es mi desnudo el que recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado.

Así hablaba yo.
Así hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenes
y la bruma y el Sueño y la Muerte me estaban buscando.
Me estaban buscando
allí donde mugen las vacas que tienen patitas de paje
y allí donde flota mi cuerpo entre los equilibrios contrarios.

Poeta en Nueva York
Federico García Lorca

jueves, 6 de mayo de 2010

Space Dementia

Como he dicho en varias ocasiones, tuve el privilegio de conocer y escuchar a Franco Basaglia, inmenso pensador, insigne antipsiquiatra, y luchador por las libertades y la dignidad del género humano. Hoy en Space Dementia, espacio vigía que contempla la demencia social, esta magnífica entrevista, que ha tenido a bien enviarme un amigo y compañero, psicólogo clínico.




Entrevista a Franco Basaglia

(Por el coordinador de la Fundación C.G. Jung)

¿Qué entiende usted por antipsiquiatría? ¿Considera justificado que se engloben bajo esta denominación actitudes distintas a las que adoptan Laing, Cooper y Esterson, los creadores del término?

Es muy difícil que una persona que se interesa por los problemas de la transformación de la psiquiatría pueda entender lo que quiere decir la asistencia al enfermo al margen de los esquemas tradicionales. El término “antipsiquiatría” ha sido objeto, últimamente, de muchas controversias. David Cooper, a quien se debe su creación, lo analiza en su libro La gramática de la vida, uno de cuyos capítulos se centra precisamente en el término “antipsiquiatría”. He leído el libro y me parece muy interesante constatar cómo el propio autor se maravilla de la suerte que ha tenido dicho término. Se maravilla de cómo y por qué esa palabra ha conseguido transformarse, de por sí, en un nuevo tipo de etiqueta para la psiquiatría. O sea, actualmente pueden distinguirse dos bandos: uno, amplio, de psquiatras, y otro, reducido, de antipsiquiatras.
Franco BasagliaUn hecho grave es que de la antipsiquiatría - o de lo que ha representado el movimiento generado por la antipsiquiatría - se intente rescatar tan sólo la faceta ideológica, olvidando el aspecto práctico. Es decir, muchas personas que no han tenido ninguna intervención en los problemas prácticos de la transformación psiquiátrica escriben libros sobre la antipsiquiatría con el fin de crear una nueva ideología de repuesto. En este sentido, rechazo de manera categórica la calificación de “antipsiquiatra”. No me interesa este esquema. Yo soy un psiquiatra porque soy consciente de mis deberes; de no ser así, debería cambiar de profesión. Si sigo ejerciendo en el sector público, o sea en la esfera estatal, es porque acepto mi estatus de psiquiatra, status que nada tiene que ver con el conformismo del intelectual integrado, del intelectual y del técnico que obran con el consentimiento del poder público y de la organización social, y que actúan falsamente desde un punto de vista democrático. Pienso que, como técnico, debo simplemente usar mi estatus para ayudar a superar las necesidades del público y del internado.
El hecho de que el término “antipsiquiatría” haya tenido tanto éxito se debe a la sed de nuevas ideologías por parte del poder establecido, el cual debe crear “nuevas ideologías” de repuesto para conseguir ese consenso que cada vez le resulta más difícil. Efectivamente, hoy en día, el único “consentimiento” que puede conseguir el poder es el que deriva de la violencia y de la represión. Y esto se verifica no sólo en la violencia y en la represión en sentido general y pública, sino, y sobre todo, a nivel de las instituciones destinadas a resolver las necesidades del ciudadano.
Antes he citado a Cooper por cuanto es a él a quien se remonta el término “antipsiquiatría”. Ronald D. Laing y A. Esterson también han sido incluidos en el campo de la antipsiquiatría, pero el mismo Laing rechaza el concepto que, para él, no quiere decir nada y no es más que una expresión de recambio.

- A veces, se ha comparado el manicomio con la cárcel ¿Qué opina usted de ello?

Quien entra en un manicomio, aunque sea calificado como una institución hospitalaria, no es considerado como un enfermo, sino como un internado que va a expiar una culpa, de la que no conoce ni las causas ni la condena; es decir, desconoce la duración de esa expiación. Por otra parte, allí también hay médicos, batas blancas, enfermos y enfermerías, como si se tratara de un hospital, aunque, en realidad, no es más que un instituto de vigilancia donde la ideología médica constituye una coartada para legitimar una violencia que ningún órgano puede controlar, ya que el mandato confiado al psiquiatra es total, en el sentido que él representa concretamente la ciencia, la moral y los valores del grupo social del cual es su legítimo representante dentro de la institución. A pesar de ello, se afirma que en el último siglo se han dado pasos gigantescos hacia la conquista de la libertad y del destino humanos. La ciencia, en todos los campos, declara ir a la búsqueda de elementos siempre nuevos para poder liberar al hombre de sus propias contradicciones y de las contradicciones con la Naturaleza. Pero, si se analiza - y sobre todo si se actúa - el interior de una cualquiera de las numerosas instituciones creadas por nuestra ciencia y por nuestra civilización, constataremos lo poco que se ha hecho y cómo las innovaciones técnicas no han hecho más que dar un nuevo orden formal a determinadas condiciones, en las cuales la Naturaleza y el significado permanecían invariables.
En el campo específico de la reclusión - y en este término se pueden incluir tanto el manicomio como la cárcel - , desde la época del barco de los locos - que erraba por los mares con su cargamento de “anormales” e “indeseables” - , la ciencia y la civilización parecen no haber sido capaces de ofrecer nada más que un anclaje en las islas de la marginación y la reclusión, en las cuales “desviación enferma” y “desviación sana”, “culpable” y “responsable” - y, por tanto, “delincuente” - encuentran su justa ubicación. Para el hombre descarriado moralmente, la cárcel; para el hombre con el espíritu enfermo, el manicomio; para el hombre criminal y reconocido enfermo, el manicomio criminal. Esta ha sido la gran “conquista” de la ciencia hasta ahora.
A lo largo de siglos, locos, criminales, prostitutas, alcoholizados, ladrones y extravagantes de todo tipo han convivido en el mismo lugar donde las distintas facetas de su anormalidad resultaban niveladas por un elemento en común - el salirse de la norma y de sus cánones - debido a la necesidad de aislar al anormal del contexto social. Las paredes del hospicio limitaban, contenían y ocultaban al “endemoniado”, al “loco”, como expresión del mal involuntario e irresponsable del espíritu, junto al criminal, expresión del mal intencionado y responsable. Locura y criminalidad representaban esa parte del hombre que debía ser eliminada, erradicada y ocultada, hasta tanto que la ciencia no ratificase su neta separación mediante una individualización de los distintos caracteres específicos de los fenómenos.
Según el racionalismo iluminista, la cárcel tenía que ser la institución punitiva para quien violase la norma representada por la ley - la ley que protege la propiedad, que define los comportamientos públicos correctos, las jerarquías de la autoridad, la estratificación del poder, la amplitud y la profundidad de la explotación - . El loco, el enfermo de espíritu, quien se apropia de un bien habitualmente atribuido a la razón dominante - el extravagante que vive según las normas creadas por su misma razón o por su locura - , empezaron a ser clasificados como enfermos, para los cuales hacía falta una institución que marcara y definiese claramente los límites entre razón y locura, y en la cual se pudiera encerrar y aislar a quien atentara contra el orden público en cuanto a criterios de peligrosidad o escándalo públicos. Cárcel y manicomio - cuando ya estuvieron separados - siguieron conservando todavía la misma función de tutela y defensa de la “norma”, donde el anormal - por enfermedad o criminalidad - se transformaba en normal en el mismo momento en que quedaba circunscrito por esos muros que establecían una diferencia y un distanciamiento. Por tanto, la ciencia ha conseguido separar la criminalidad de la locura, reconociendo a esta última, por una parte, una nueva dignidad: la de la abstracción, o sea, su definición en términos de enfermedad; y por otra parte, a la criminalidad le ha reconocido un elemento humano, desde el momento que llega a ser objeto de búsqueda por parte de criminalistas y científicos que incluso “detectan” factores biológicos genéricos como base del comportamiento subnormal. A pesar de la separación científica de las dos entidades abstractas - criminalidad y enfermedad - , cada cual con su típica institución, prácticamente queda inalterada la estrecha relación de la una con la otra en cuanto al orden público, lo cual determina que las funciones de ambas instituciones, respecto a la defensa y la tutela de ese orden, permanezcan inalteradas.
Además, a pesar del reconocimiento abstracto de esta nueva dignidad, ni el criminal que tiene que expiar la ofensa hecha a la sociedad, ni el loco que debe pagar por su comportamiento incorrecto e impropio, han tenido nunca dignidad de hombres y las instituciones que han sido construidas para ellos - para su reeducación y redención por una parte, y para su cura y rehabilitación por otra - , no han visto modificar ni su función ni su naturaleza, continuando en su evolución sobre vías paralelas.

A través de la historia se denota cierta relación entre desarrollo económico y asistencia psiquiátrica. ¿Cuál es su opinión?

Estructura económica y función institucional coinciden siempre, a cualquier nivel de desarrollo; por tanto, no es casual que los manicomios comenzaran a estructurarse, en su sentido técnico y social, con el inicio de la Revolución Industrial, a principios del siglo XIX.
Todas las formas de asistencia pública alcanzan su más amplia configuración institucionalizada en el momento en que se separa lo “productivo” de lo “no productivo”. Efectivamente, la relación ya no se da entre el hombre y la sociedad, sino entre el hombre y la producción, lo que acarrea un nuevo uso discriminante de cada elemento - anormalidad, enfermedad, desviación, etcétera - que pueda constituir un estorbo para el desarrollo productivo.
Tan pronto como se ha reconocido que la verdadera finalidad de las instituciones - que en teoría han sido delegadas para la recuperación - es la eliminación, mediante distintas justificaciones científicas, no se puede ignorar cuáles son los grupos o los individuos que caen en sus redes: el proletariado y el subproletariado, para los cuales la posibilidad de rehabilitación o de recuperación no existe.
Para los grupos dominantes es muy fácil librarse de las instituciones represivas y de castigo que han sido creadas en defensa de las normas sociales establecidas por ellos. Y esto, no porque entre sus miembros no haya enfermos, locos o criminales, sino porque su estar enfermo, ser loco o ser criminal puede quedar englobado en el ciclo productivo. Si enfermedad y delito son acontecimientos y contradicciones naturales, es muy explicativa la casi total ausencia de quienes pertenecen a las clases dominantes en las instituciones de la enfermedad y de la delincuencia.

En algunos ambientes, existe la convicción de que debe pensarse en nuevas estructuras que respondan a los nuevos planteamientos acerca de las instituciones que prestan asistencia psiquiátrica. Según usted, ¿qué directrices deben presidir este cambio?

Actualmente, nadie pueden mantener que las instituciones cerradas no sean indignas de un país “civilizado”. Nadie desconoce las condiciones en que viven los internados y nadie puede rechazar la responsabilidad y esquivar la lucha para que las cosas, de alguna manera, puedan cambiar. Sin embargo, la transformación de las instituciones lleva inevitablemente de nuevo al punto de partida. La transformación, promovida por la necesidad de una adecuación institucional al desarrollo económico, no puede tener más significado ni distinta naturaleza que la anterior transformación, que ha hecho que las instituciones sean lo que son, con referencia a lo que eran. Dentro de la misma lógica, transformación, racionalización y control son las tres etapas de un proceso que se perpetúa continuamente a través del constante cambio formal de las cosas, sin que nunca incidan en la estructura, porque la transformación se da siempre como una respuesta técnica a una demanda económica y, por tanto, es siempre la ley económica la que exige la nueva racionalización técnica que sirve de control a la situación transformada.
Las ciencias humanas - y entre éstas la criminología y la psiquiatría - están preparadas para ofrecer nuevas instituciones como respuesta práctica a las nuevas ideologías con que se intenta fabricar el nuevo hombre. Pero este nuevo humanismo, que siempre reaparece en los momentos de crisis, es un fracaso, ya que las relaciones sociales permanecen invariables, y seguirán determinando las vejaciones del hombre sobre el hombre. La institución que puede nacer en defensa y custodia de la humanidad oprimida acabará transformándose en una nueva forma de opresión, para esa misma franja de humanidad.
Debemos ser conscientes de estos procesos para emprender una lucha a favor del hombre, la cual llegue a ser realmente una lucha para liberar a todos los hombres sin que sea una forma de reafirmar esa división innatural, determinada históricamente y que es aceptada e impuesta como cosa natural: la división de clases.

¿El trastorno mental es siempre una enfermedad, lo es sólo a veces, o no lo es nunca?

Las alteraciones de la personalidad, los trastornos mentales, responden a una situación humana y esto es válido siempre; en un segundo momento, esta situación humana se cataloga, y es ahí donde aparecen las etiquetas de enfermedad. La enfermedad es la burocratización de la necesidad que esa situación humana representa. El equívoco es que nosotros, como psiquiatras, tomamos el aspecto burocrático de la enfermedad y no la necesidad que ésta expresa. El médico - y esto que voy a decir puede ser también válido para otros especialistas - va en búsqueda de las enfermedades más sofisticadas, más complejas, más prolíficas de síntomas, para determinar después si se está más o menos enfermo: cantidades, gradaciones, matices... Entonces nos hallamos frente al problema del lenguaje técnico, un vocabulario eufemístico, un conjunto de palabras que complejifican el fenómeno, pero que dejan intacta la necesidad. No interesa ni sirve decir que los manicomios encierran “gente que rechaza su propia vida”. Eso no es teoría. La teoría sólo es posible cuando surge como reflexión sobre la propia práctica transformadora. Si no se teoriza sobre estas bases, lo único que se consigue es reformular una nueva ideología que coloca palabras para explicar la enfermedad, pero que no descubre las necesidades de la persona enferma.
Estamos viviendo un momento en que se tiende a complefijicar permanentemente la explicación de los hechos. Se producen análisis complicadísimos - destinados a grupos selectos - sobre situaciones simples, porque la complicación está al servicio de la confusión y ésta, a su vez, es un arma del dominio.



(Fundación C.G.Jung)

lunes, 3 de mayo de 2010

La metamorfosis de Dulcinea en Aldonza no se llama esquizofrenia

Los poemas no se explican, si un poema no se explica por sí mismo quiere decir que no cumplió su función, que hay un error. Los poemas no se explican pero a veces se tergiversan (término puede llegar a ser muy bello si se lo relaciona con verso, aunque no en este caso) y la culpa entonces no es un poema fallido de un poeta sino la ineptitud de la mente del otro. Sobre todo cuando para el poema se escogen palabras sencillas y perfectamente inteligibles. No podemos pedir a todo el mundo que comprenda una metáfora pero sí que entienda la metáfora porque la metáfora (aunque no sepan su nombre) es antiquísima.

Pues bien, a causa de este poema, o quizá por otras de mis acciones o discursos ininteligibles para algunos, he recibido alguna preciosa carta donde se me dice si me arrodillo de verdad delante de los mendigos,o si me creo un mesías. Vaya por Dios.

Si no viviésemos en un mundo cada día más plegado a la literalidad, donde algunos se las apañan con cien palabras y otros, en mejor situación, aprenden en su colegio miles pero su mente sólo usa dos conceptos, no ocurrirían estas cosas. Paso a publicar el poema y le voy apreguntar a la joven beata (título que escogí de una obra de Dante G. Rossetti )que si ella se arrodilla literal o simbólicamente, o es sólo su deseo de entender e intercambiar el lugar del otro lo que expresa,porque tal vez intuye que allí donde la condición humana cae todos caemos:




Beata

Me arrodillo delante de un mendigo,
deben creer que perdí la cabeza.
Yo sé más bien que gané la cabeza en combate
al Fondo Monetario Internacional
y la llevo mejor sobre mis hombros
que alguna vez María Antonieta.
Me arrodillo delante de un mendigo.
Le doy las gracias por ser él
el depositario de mis peticiones,
como si no tuviera bastante
con su piel marchita y sus zapatos.
Y le pido perdón por el lobo del hombre,
y por los crímenes del hombre.
Él me mira con indulgencia
como si no entendiera:
Éstos que llevan carnet de identidad
en la mano y N.I.F. en la cartera
son tan raros...
O quizá se diga:
¿Por qué no te tumbas conmigo
sobre la hierba?
O quizá se diga:
Déjame tu cartera y vete.
O quizá se diga:
Adelanta tu mano.
Adelanta tu mano como Dios
y sácame de las tinieblas.
Hazme Adán de nuevo.
Para que pueda volver a morder
la manzana del mundo
y escupirla.




Verónica Pedemonte Morillo-Velarde

Dulcinea en Manhattan, Premio Internacional Kutxa Ciudad de Irún 2002