domingo, 25 de marzo de 2012

Presentación de la novela de M.Carmona en la Fundación Alberti

Viaje de un lince hacia la Educación sentimental


Pablo, el protagonista de esta novela, Volver a amar, publicada por la Editorial Atlantis, es un lince criado por corderos de Dios. Y como tal usa maneras suaves y dulces pero tiene la uña felina presta para diseccionar, lo mismo abre en canal la Historia que cuidadosamente desbroza como un jardinero fiel la maleza que cubre los sentimientos para dar con la rosa del amor y las pasiones.
Su paseo por las calles y la Historia lo asemejan a un viajero del siglo XIX, podría ser un Washintong Irving o incluso un Blanco White, que lleva en un bolsillo a Ortega, en otro a Julián Marías, en otro a Flaubert, podría perfectamente ser un joven muchacho llamado Frederic Moreau que vive la revolución de 1848 y la fundación del Segundo Imperio. Siguiendo la crítica de la escritora George Sand sobre Flaubert casi podemos aplicar el mismo baremo cuando dice: “Flaubert fue un gran investigador. Quería pintar un representante de la mayoría de los hombres que se agitan en el mundo moderno. Los personajes de segundo y tercer orden, componen la acción como un pintor compone su pintura, centrándose en los efectos de luz, La novela, al ser una nueva conquista de la mente, debe seguir siendo una conquista de libertad. Se perdería su razón de ser el día en que no siguiese el movimiento de los tiempos que se pretenden pintar o expresar. Cuanto más avanzamos en la historia la mayor diversidad de puntos de vista expresados no son otra cosa que la libertad de conciencia que quiere manifestarse. “
“ Flaubert, ha escrito un libro para superar ciertos prejuicios. expresó este tiempo, el estado general que marca las horas de transición social. “
Destruir el mal del egoísmo es la aspiración romántica por excelencia. Estrellarse contra la realidad burguesa, los trucos de la especulación, las instalaciones de la vida , las dificultades del trabajo y de lucha. Es la historia de un hombre joven, un joven que, como muchos otros, con el deseo de contribuir a la historia de su tiempo, que fue sentenciado a ser parte de cada ola que se hincha o se derrumba y es parte del océano. Pocas de estas hojas anónimas tienen la oportunidad de traer a un buque o para arrancar de raíz la roca y se convierte en beneficio en sí mismo cuando se curva bajo los vientos en contra.
“El joven hombre a quien seguimos en La educación sentimental, a través de las decepciones de una triste experiencia, pinta el poder brutal, el obstáculo, la debilidad e inconstancia de los luchadores, la vida tal como es en la mayoría de los casos, es decir mediocre. “
Escapa de su primer error, y se preguntó si fracasó en su sueño de felicidad por su culpa o por la de los demás.
En el escenario de esta novela, algunos personajes secundarios caminan con su banda de cómplices o engañados, con la procesión de sus intereses, sus pasiones, y sus instintos. El autor nos lleva a considerar filosóficamente los males que nos han ofendido. , cada palabra, cada gesto de cada función expresan claramente el error en cada conciencia o la verdad que lleva.
Es el sentimiento que surge el que Investiga los hechos, en una sociedad que ha llegado a su descomposición y que va a cambiar muy radicalmente.

Eso nos decía George Sand de la Educación sentimental de Gustave Flaubert y es absolutamente aplicable a esta novela, porque es una novela que pertenece a un tiempo de transición, en una sociedad que también se desintegra, en una clase media que ve como los valores que sostenían su arquitectura se precipitan al vacío a la velocidad vertiginosa de la caída del sistema económico que la sustenta. Y donde Pablo, se agarra tanto a las profundas convicciones de sus maestros como a las señas de identidad de una cultura, señas que se hacen presentes no sólo en sus relaciones sociales y humanas sino incluso en los recorridos que realiza, solo o acompañado, por las distintas ciudades que visita. Una óptica que enriquece, porque ningún lugar de la Historia es el mismo después del paso de sus cronistas, o mejor dicho no es sin sus cronistas, novelistas, autores de teatro, poetas, viajeros, más que ladrillo y gente, aunque eso lo sea todo. Es necesaria esa visión de conjunto, ese rescate del alma de las cosas y la esencia de los seres para insuflar lo humano.
Eso lo sabe bien Pablo,el protagonista, y también su autor. Quien ha creado el personaje es tan hábil investigador como él, no se confíen, cuando le den la mano estará averiguando su estatura, edad y huellas dactilares y al segundo golpe de vista este lince tendrá ya su tomografía axial y su fe de bautismo.
Pero el viaje de Pablo hacia la educación sentimental puede no ser entendido por los que alguna vez emprendieron el camino del Wild Side. Ese no es el camino que escoge Pablo. El camino de Pablo es un camino con guía, un camino con Lámpara Davis y Moleskine.
Lejos muy lejos de cualquier concepción salvaje de la existencia, se detiene en los detalles que hacen la vida más confortable, así, leyendo esta novela pueden aprender la delicada forma en que corta una escarola o condimenta un plato, el placer de un buen vino al calor de una conversación amistosa y los vínculos sociales que se dan en una generación de jóvenes sobradamente preparados que se han encontrado con una sociedad soberanamente resquebrajada. Y que contra viento y marea están creando un mundo, otro, donde los sueños y la felicidad no se extingan, rebelándose pacíficamente, con modos de cordero y actitudes de lince. Y mientras sortean la desilusión y la injusticia, con los medios que su inteligencia y su cultura les proporcionan, se resisten a ser un desecho en un mundo donde es todo ya desechable. Porque como decía el filósofo Walter Benjamín en El avisador de fuego “ Nos hemos hecho pobres, hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la Humanidad. Con frecuencia teniendo que entregarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor para que nos adelanten la pequeña moneda de lo actual. La crisis económica está a las puertas y tras ella la sombra de la guerra. Aguantar hoy es cosa de poderosos mientras la mayoría tienen que arreglárselas partiendo de cero.” Este ensayo de Benjamín fue escrito en 1933 y estudia el empobrecimiento de la experiencia de una sociedad de alto desarrollo tecnológico que con la mecanización del trabajo trajo también una transformación radical del universo social , liquidando las formas tradicionales de transmitir la experiencia, que requiere de tiempo y continuidad para acumularse, para integrarse en la conciencia personal y dar fruto, para adquirir una filosofía digna de ser transmitida generación tras generación. Pablo y sus amigos trabajan en contra de esa destrucción de lo que Benjamín llama el aura de las cosas y el fin del arte. Y lo hacen de un modo sencillo, guardando las esencias que se transmiten unos a otros en su resistencia cotidiana al desgaste, en la sabiduría del abrazo, en la experiencia de compartir la vida. Para que sus valores de cambio no sean vulgares mercancías.
Y más sigue Pablo a Ortega cuando, de ese otro bolsillo donde lo lleva, saca la chuleta y ejercita la frase orteguiana de que las creencias no son ideas que tenemos sino ideas que somos. Esta idea que es Pablo se funde y se confunde con su realidad misma en el viaje exterior e interior de este felino de buenas costumbres, quien como al personaje de Flaubert , “pensaba en la habitación de su casa, en pasiones futuras y le parecía que la felicidad que merecía por la excelencia de su alma tardaba en llegar “ Encontrando esa felicidad finalmente en su propia educación sentimental donde halla también el mejor modo de amarse a sí mismo y a los demás.

Verónica Pedemonte M.-V.

Puerto de Sta. María, viernes 23 de marzo de 2012

Fundación Alberti

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