Cádiz y la otra orilla, a sorbos de mar y versos, de Yolanda Aldón (Editorial Origami)
"La poesía de Yolanda Aldón acaricia la piel del alma del lector como las olas de la orilla de las playas gaditanas. La frase poética cabalga a lomos de una intensidad emocional que condensa las emociones de la escritora. En ocasiones, predomina la frase nominal, la ausencia de los verbos, con la intención de presentarnos aquello que está más allá de la realidad visible,una frase nominal plena".(Eduardo Galán).
Yolanda Aldón, nacida en Barcelona, con residencia en Cádiz, periodista y postgrado de archivo y gestión documental por la Universidad de Cádiz. Comprometida desde el año 1998 con la cultura y la educación y las asociaciones en defensa de los Derechos Humanos. Artículos de opinión, poesía y relatos cortos. Vinculada al mundo cinematográfico, excelentes investigaciones sobre la vida de Juan Ramón Jiménez, participante en “Voces del Extremo”, Moguer. En la Antología Poética: Poesía y Dignidad Logroño, 2011. Sus escritos sobre la cultura andaluza y su acercamiento a la marroquí marcan un antes y un después en la trayectoria poética de Yolanda Aldón hacia la multiculturalidad.
A sorbos de A-mar y versos de Yolanda Aldón
Para pintar la poesía con el pincel de la pintura Rafael Alberti.
Quien se asome a esta ventana al mar que es el libro de Yolanda Aldón verá a una niña a la orilla que juega, con su cubito de playa y su pala, a construir un castillo de arena o de aire con olor a salitre y a yodo, yodo del que cura las heridas que el amor nos deja, con la ayuda de la luz y del aire. Mientras sube la marea , la niña se va alejando cada vez un poco más de esa agua que empieza a mojarle los pies o a deshacerle el castillo, quizá porque todavía no es la hora de sumergirse en sus profundas aguas y ella, con paletadas amables, corta el viento como un pequeño molinillo de Quijote al caballero que aún no ha llegado en busca de la fortaleza del verso. Un poco más tarde es una adolescente sin mielina aún en los nervios la que contiene el paisaje que otrora hacía la niña jugando a ser Miró frente a la playa.
Y en esos trazos que deja la silueta adolescente junto al mar, se adivina un Degas que se contempla mejor en la distancia y apenas se desvanece en el misterio del concepto al acercarse.
Sólo después del amor aparece esa mujer inquieta transformando el paisaje y formando parte de él. Con la aceptación del que conoce ya el amor y sabe de sus cumbres, sus delirios y sus llanos.
Que siente “la luz a puñaladas” o “las voces álgidas de la lluvia en el efluvio de la corriente” de ese “sueño que va por el tiempo” de ese “tiempo que va por el sueño”. “Sobre la misma columna/ se abrazaron sueño y tiempo”.Y se embriaga con el perfume de la Dama de Noche que ella misma es. Delirios, a los que canta por bulerías en algún rincón de la leyenda del tiempo, donde el sueño del sueño de Al-Andalus le dice sotto voce con Lorca en la voz de Camarón:
¡Ay, cómo canta el alba! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
Y es al alba de esa canción que es el amor, que, caprichoso y cauto “no dice su canción sino a quien consigo va”, donde Yolanda Aldón busca rimas por bulerías, vuelve la Reconquista del revés , a través de un amor que reclama lo que es suyo desde la otra orilla. Suyo porque estaba también en su delirio, suyo porque estaba también en su deseo. Desde que encarna y toma cuerpo en la amada que finalmente cede y se abandona ante ese conquistador de retorno, quien bien podría haber raptado el corazón de una sobrina de Leonor de Aquitania en nombre de Saladino para llevarla a los palacios luminosos del agua.
Y tras las cortinas de aire de ese palacio, la pensadora que es Yolanda Aldón, se devana el cabello de máximas sabias que ceden al delirio y devienen en templanza, para escribir versos y besos que se pretenden por fin libertos, es decir, dueños de sus emociones y de sus destinos, a través de los suaves trazos color pastel de la delicadeza del lenguaje erótico, elegante y lleno de sutileza, de su “danza del aire gaditana”, de su gentil danza del vientre, a sorbos de a-mar y versos, para “bailar” la poesía con el pincel de la pintura.
Verónica Pedemonte Morillo-Velarde
El Puerto de Santa María
Fundación Alberti 12 abril de 2012
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