Pequeña florista
Ahora que el abecedario
no tiene secretos para ti,
pequeña florista,
has leído que los mayas
también tenían clase media.
Qué gran sopa de letras
es el mundo,
se codifica y se descifra,
qué hilera misteriosa,
la a como un cordero
esa i como un rayo,
no una mano fenicia,
tampoco un dedo egipcio,
la r como la cabeza de Ra.
Sopa que antes,
ausente entre las flores,
no probabas.
¿Adónde irás ahora,
que tu lengua es dulce
y conoce gourmet
los vocablos de primera clase?
¿Se filtrará a tu corazón
tanta caligrafía,
los poemas de Shakespeare,
las canciones de Horacio?
¿Soportarás el aliento
lleno de zetas rotas
del mozo de la esquina?
¿Habrá en tus sueños
haches como doseles isabelinos?
¿Eses rayadas del tamaño de un dólar?
¿Te darán un lugar
esos que usan el idioma en Ascot,
entre las ancas de sus caballos?
¿Qué harás,
ahora que los filólogos
se enamoran de Borges,
y ya no es tu misión
ponerles zapatillas.
Esclavos y libertos (de Cuento) Gerardo Diego 2000
martes, 25 de agosto de 2009
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