LOS SANTOS ADOLESCENTES
El hábil inca que en tu mano reza
me condujo al altar.
La revolución era un pañuelo
rojo en tu camisa.
El pelo heroico al viento
de tu discurso ardiente.
Y qué traición la tuya,
dejarme así, a medio morir,
el corazón en el mármol.
Sin consumar el sacrificio.
Vagué sin brújula
por el espacio tiempo.
Un vuelco del destino
me hizo volver de nuevo.
Tu corazón dormía
en el altar del índice Nikkei.
La rebelión era un pañuelo desteñido.
Recuperé mi corazón.
(de Dulcinea en Manhattan )
jueves, 30 de abril de 2009
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