Diario de Ana Frank
A veces todos escribimos el diario de Ana Frank.
No importa si somos palestinos o judíos,
es un diario desde cualquier gueto.
Unos lo escriben con su propia sangre, otros
con un dedo húmedo en el cristal opaco,
o es un violín en el suelo de una casa lejana
el que entonó las graves notas del crepúsculo.
Otros lo escriben con un beso y marcan
con saliva en los labios ajenos un deseo.
Sucede que todos escribimos sobre la ceniza
en el diario vacío de un impúber.
Y así con la esperanza el sueño roto
se agiganta en la noche para nadie.
Verónica Pedemonte
Cuando Europa era el mundo
sábado, 27 de febrero de 2010
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