lunes, 21 de junio de 2010

Amigos de Fahrenheit 451

Señoras, señores, amigos, amigas, enemigos públicos, enemigos íntimos, piratas informáticos, Groucho Marx que estás en los cielos (si no es un club privado)etc. Paso a informar que el único carnet que poseo es el de identidad, que no obstante quizá a alguno le gustaría arrebatarme, pero no lo va a conseguir (aviso). Y además aún no me caduca, con lo que voy a disfrutar del él, sin el chip que colocan a los nuevos, el tiempo que El Gran Hermano lo permita. Amén.

Vivimos tiempos oscuros. Más que en el Medievo, que tuvo sus luminarias y su pueblo espontáneo y sus carmina burana.
Tiempos del pensamiento a sueldo. De lo políticamente correcto, de la exaltación de lo inane elevado a la enésima potencia. Tiempos donde la libertad como concepto y como realidad está en aprietos. Tiempos muy estrechos para la amplitud de miras que corre el peligro de acabar en un suburbio convertida en oficinista mediocre (con mis respetos para los oficinistas geniales, que son muchos y tienen que alimentarse). Al fin y al cabo Gegrorio Samsa hay uno solo, no se haga nadie ilusiones. Y Kafka tuvo la decencia de morirse antes de la segunda guerra mundial*, porque ¡oh Dios mío! ¿qué hubiese escrito de haber vivido esa magnánima catástrofe? No quiero ni pensarlo. Lo habrían acusado de instigar cualquier revuelta. A ese corazón melancólico de Cartas a Milena.
Porque este es un mundo de diseño, ajústese, el cinturón y todo lo demás, y ajústese de lo lindo, oiga. Menos algún órgano, ese, al filo de la medianoche,lo puede usted estirar hasta el infinito, si sigue los consejos de los anuncios que a esas magníficas horas interrumpen los escasos programas culturales. Y después con la masculinidad a salvo puede gozar de la feminidad de su señora como mandan los popes del consumo. ¿Que el tamaño no importa? Díganselo a las cuentas corrientes de algunos.
Si aquí de lo que se trata es de estirar.Y estirarse, para que el dedo corazón toque el último día del mes con dignidad.
Pero no opine, y menos si va a opinar sobre comunistas, porque claro, mire usted, aunque ha muerto Stalin, ha caído el muro y Lenin es una momia, si dice usted que simpatizaba con Saramago es que es lleva usted el carnet en la boca. Porque las opiniones libres no existen. Y el peor fantasma del mundo es el del comunismo.
Es más bonito todo lo que se hace en nombre de la democracia. Por ejemplo: alguna nimiedad como matar.
Porque lo verdaderamente venenoso es esa lengua que algunos llevamos cerca de los dientes sin moderla, un prodigio.
Y por eso me gusta Saramago, aunque yo no lleve más que un DNI sin chip y uno de biblioteca que caducó hace tiempo pero que se ve precioso como fetiche alternativo, y la única biblioteca verdaderamente peligrosa, amigos de Fahrenheit aviso, es la que yo tengo en mi casa, y mucho peor aún, preparen las hogueras, la que está en mi cerebro.


Verónica Pedemonte


* Todos los desastres de la humanidad los escribo con minúsculas, en mis libros,en mis artículos, y en mis graffitis si se tercia.

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