A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometría,
delirante en la luz, caligrafía
que diluye la niebla más liviana.
A ti, sumisa cuanto más tirana,
misteriosa de flor y astronomía
imprescindible al sueño y la poesía,
urgente al curso que tu ley dimana.
A ti, bella expresión de lo distinto,
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.
El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio.
A ti, andamio y sostén de la pintura.
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Virgenes con escuadras
y compases, velando
las celestes pizarras.
Y el ángel de los números,
pensativo, volando
del 1 al 2, del 2
al 3, del 3 al 4.
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A ti, donaire alado, forma en vuelo,
raudo volumen que la luz reanima
y en el movible espacio determina
la paralela sombra de su anhelo.
A ti, persecución, múltiplo en celo,
círculo en fuga, aljaba y jabalina;
rebelión de lo extático y divina
dinámica arcangélica del cielo.
A ti, soplo contrario a lo imposible,
perpetua agilidad, tallo flexible,
sangre en tensión, feliz musculatura.
La vida de la vida es promoverte.
Tu victoria, la muerte de la muerte.
A ti, libertador de la pintura.
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A ti, maravillosa disciplina,
media, extrema razón de la hermosura
que claramente acata la clausura
viva en la malla de tu ley divina.
A ti, cárcel feliz de la retina,
áurea sección, celeste cuadratura,
misteriosa fontana de mesura
que el Universo armónico origina.
A ti, mar de los sueños angulares,
flor de las cinco formas regulares,
dodecaedro azul, arco sonoro.
Luces por alas en compás ardiente.
Tu canto es una esfera transparente.
A ti, divina proporción de oro.
Rafael Alberti
jueves, 25 de marzo de 2010
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