Escarlata
Con las viejas cortinas de mi casa
me he fabricado un traje contra el odio,
las ventanas desnudas no me aterran
las miradas ajenas no me enturbian.
No mendigo ni besos ni caricias
ni elogios ni palabras amorosas.
Me alimento de cálices antiguos
y me entrego a los dioses del pasado
antes que venerar a un dios mediocre.
Con la tierra en la mano soy yo misma
la diosa de mis noches y mis días.
Ver pasar el halago por mi puerta
juré que no me haría pasar hambre.
Si existe alguna gloria más excelsa
que el canto inigualable de la vida
lo pensaré mañana, no lo duden.
Verónica Pedemonte
martes, 2 de marzo de 2010
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