Los últimos románticos
Ellos, que siempre están presentes
sus latidos me tocan cada día,
los que amaban las tardes melancólicas
los últimos románticos
que padecieron cárcel por este purgatorio,
por esta feria de las vanidades
donde cualquier sombrero
es más que una cabeza.
Ellos, que ya no me saludan,
alguien vertió en sus copas
el licor de la muerte.
Leyeron que Cervantes
creía en los gigantes asesinos
y leyeron que Shakespeare
había mandado a Hamlet
a limpiar Dinamarca.
Y creyeron a Cristo,
especialmente aquello
de amarse unos a otros.
Y no creyeron nunca
que Quijano existiera.
Que limpiar Dinamarca
fue un exceso de Hamlet,
que es pecado no ser un fariseo.
Alguien con las ideas muy claras
y el corazón en Marte,
los enterró por eso.
Verónica Pedemonte Morillo-Velarde
Esclavos y libertos,Internacional Gerardo Diego,Editorial Cervantina, Santander 2000
jueves, 18 de marzo de 2010
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