martes, 30 de marzo de 2010

Los diarios de un rebelde

Esto no es una carta, no lo es para ti. No, porque no la mereces. Pero sí es un sencillo agradecimienbto. Gracias porque con tu intolerancia me haces un favor. Gracias porque con tu modo absurdo de simplificar la vida en buenos y malos, correcto o incorrecto, lascivo o virginal, creyente o laico, útil o inútil me demuestras que el secreto está en tus ojos. O mejor, como dicen que dijo Velázquez a los siempre esbirros de las múltiples inquisiciones que criticaban a La Venus del espejo "el pecado está en sus ojos". El pecado está en tus ojos y en tu pensamiento, así me alivias a mi de los pecados del mundo, y sobre todo de aquellos que jamás cometí, pero tú sí. Tú los tienes todos, los de acción y los de omisión porque tu mente tiene un poder superior a la media para imaginar el mal. ¡Cuánto talento desperdiciado!
Ya lo escribí en un artículo "por favor , más trágicos y menos tragedias". Ya sabes, si no te sale un Ricardo III o un Macbeth... no desesperes, con perseverancia puedes conseguir un corriente y sórdido personaje de Balzac. O pasar a engrosar la lista de creadores de un Gregorio Samsa por la vía stanivslaski.

Ya lo recetaba en pequeñas dosis un yogui que mezclaba el maya yucateco con alguna asana ¡ah la multiculturalidad... qué peligrosa! "un poquito de pinches tiranos".

Sí, "pinches tiranos", y aunque uno no sea masoquista, a veces, incluso estando el yogui en un estado próximo al nirvana, hay alguien dispuesto a chinchar. Y quién sabe, pensaba uno irse a las montañas suizas, qué descansada vida al pie del oro nazi (perdón, oro judío), o incluso logra irse al extranjero y no escuchar más estupideces en el propio idioma, pero he aquí que llega el "pinche tirano", siempre impresentable y con su maldito y desesperante acoso consigue que te aisles y escribas un par de libros más que no esperabas. Y así te coloca en un panorama literario desconocido pero muy estimulante.

Gracias


Verónica Pedemonte Morillo-Velarde

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