Doña Nadie
Sus pies tenían raíces
de sueños enterrados,
y como cualquier hembra,
a su cobijo, más seres indefensos.
Agarrada a su escoba
un día voló
cerca de sus deseos.
Gobernante que duermes
en la mullida cama
que te hace doña Nadie,
dale una moneda de cambio,
sin I.V.A. ni tantos por ciento,
para que invierta en bonos del tesoro,
de Alí Babá y los cuarenta ladrones.
Verónica Pedemonte, Esclavos y libertos , Gerardo Diego, Santander 2000
miércoles, 24 de junio de 2009
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Y así seguimos las Doñas "Nadie" alimentando sueños en las arcas de otros... Será nuestro destino?
ResponderEliminarGraciela María
http://webs.uolsinectis.com.ar/vida-reflexion
La injusticia no tiene derecho a llamarse destino. No debemos concederle el honor de determinadas palabras poéticas.
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