Temerarios
Hay que encerrarse en la caligrafía
atribuirle al nombre un número,
soportar con paciencia la etiqueta
y no inventar el mundo cada tarde.
Hay que aceptar al general en jefe,
hay que encogerse si la cama es corta.
Dormir de lado si la ves estrecha,
estrujarse los pies en los zapatos.
Aunque conozco gente temeraria
que ante la duda, caminó descalza,
asimiló las deudas, perdonó los errores,
le dijo adiós al general en jefe,
dentro de la mejor caligrafía,
y se atrevió a vivir a su manera.
Arriba y abajo
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I
Has visto los ojos de los sin piedad
las miradas vacías de los sin amor
has dormido en el lecho sin caricias
has besado la cara de la nada
y cubierto tu cuerpo con despojos.
Nadie ha creído en ti, estás abajo.
II
Has arrasado el mundo con tus botas
has olvidado el nombre de los muertos,
aunque cubres el cuerpo con su sangre.
Has perdido tu honor en los galones,
y aunque todas las leyes te absolvieran
ya nadie cree en ti, estás abajo.
Abajo y condenado para siempre
a compartir el lecho sin caricias
a mirarle la cara a la mentira
a sentir el terror de los de abajo.
Esclavos y libertos, Gerardo Diego , Santander 2000, Editorial cervantina
viernes, 5 de junio de 2009
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