El corazón del mundo está podrido,
hueco como una manzana con habitantes,
mandan a los intocables a limpiarla
y después no se acercan porque viven arriba,
en la quinta avenida de los afortunados,
en la esquina de los inmortales,
donde toman el té los que no conocen mácula.
Qué ventura pasar por uno de ellos,
merendar a la sombra de los eucaliptos
donde nada más crece, a las cinco de la tarde.
Si no fuera porque no noto el corazón y temo
convertirme en snob y conservarlo
a la sombra de un tilo en una caja fuerte.
Diario de un rebelde, Joaquín Benito de Lucas 1999
viernes, 5 de junio de 2009
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