Los sin casa
Hoy he visto en tus ojos
la miseria del mundo
la cruel y profunda herida del poder,
la mirada del superviviente,
la mirada que acusa
y llega al corazón
de los que no están
ciegos, ni sordos, ni mudos.
No eras un siervo de la gleba,
no eras un vasallo
en donde no haya mal señor,
eras un príncipe de los harapos.
Aún estudiaba entonces
las razones profundas
de aspirante a burguesa,
cómo salir del desamparo
de los días, con qué tapar
mi alma a la intemperie,
esa costumbre absurda
de pies en los zapatos.
No pasaremos página
otro milenio más
a aquellos miserables
que apuntalan el mundo.
Esclavos y libertos, Gerardo Diego 2000
viernes, 19 de junio de 2009
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