Desnuda ante ti,
con el corazón en la mano,
a través del hueco podías
saborear mis entrañas.
Nadabas por mis venas,
misionero feliz en oración.
Desnuda ante ti, inerme,
ofreciéndote el cuello,
esperando el momento feroz.
En el zoo, Esclavos y libertos, Gerardo Diego 2000
jueves, 18 de junio de 2009
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